martes, 14 de junio de 2011

Editorial

Una tarde de verano a un señor se le hacía agua la boca al ver por la Red Globo como las fuerzas militares entraban a la favelas de Sao Pablo, meses después le pareció que en su currículo semejante acontecimiento se vería de maravilla.
Cae la puerta hombres armados y encapuchados entran en fila india, griterío, los cuerpos se empujan al suelo se le maniata y golpea, eso sí, sin discriminación alguna, ya que da lo mismo hombre mujer o niño. Así son los operativos de incautación de droga, está en el manual no se hace por gusto, sino por reacción directa del entrenamiento.
La inteligencia está fallando. ¿Cuántas casas invadidas, cuanta tranquilidad violada y cuantos fracasos? Entran y salen como perico por su casa sin causa o justificación. Menos de un diez por ciento de efectividad. Grandes despliegues de helicóptero, camiones y motos, en los auriculares la banda sonora de SWAT. Pero la droga que incautan no se ve, los arrestados son liberados a las pocas horas por falta de pruebas o errores de procedimiento, la prensa los alaba, la gente de enfurece y los critica. Pero todo da igual, desde el ministerio los siguen mandando. Y los jueces siguen firmando las órdenes de allanamiento.
En la televisión el ministro del Interior explica cómo son las Razzias y eso no es lo mismo que se está haciendo ahora, es cierto se parece más a las actividades de las fuerzas conjuntas de la dictadura, los secuestrados sufren en ocasiones el síndrome de Estocolmo tal vez en los presos políticos también ocurra los mismo y repitan los errores de sus captores.
Las Culturas de terror ya han sido aplicadas en nuestra sociedad y los estragos aun se sienten y se reflejan en la impunidad que permanece está presente y que nos han hecho infractores internacionales.
Culturalia como promotora de la cultura debe advertir y prevenir que este no es el camino por ello estamos en desacuerdo con estos mecanismos que pretender entregar a la ciudadanía “seguridad”.
Mario Alonso
Redactor Responzable