sábado, 9 de marzo de 2013

Garroneo una silla

Garroneo una silla En la mesa de La Taberna Prendida de un verso oculto Olvidado en la barra Irrumpió atropellado Y, grito ¡¡servirme una!! Aquel rincón se inundo de algarabía por su vuelta Con su escoba bailo, jugo y le susurro una clarinada El chico sorprendió, con su tono grave El repique se confundió con un piano de longa fundida Coro de canciones invisibles, Desentonadas seducieron a la luna de febrero que los embriago de rocio Ritual eterno al son de los grillos Arrabalera pasión de puertas abiertas Inquilina del dios popular El Pierrot se cuela por la estación de tren olvidada Y se sube en una zorra improvisado escenario que desencadena la sonrisa desenfrenada de un barrio alejado Donde en un mediotanque se consume la bronca, las ilusiones, el dolor de un tiempo pasado y de uno porvenir Un borracho se pierde en la trasnoche con los pies descalzos sobre el adoquin murmurando con una botella vacià cual piropo juvenil gonzalo wittmann

lunes, 4 de marzo de 2013

Entre máscaras, fracasos, risas y caminos olvidados

Con esos ojos, esos rojos ojos penetrantes, jamás me verás realmente, porque debajo de esta máscara tengo otra máscara. Y mas abajo aún, encontrarás si, un rostro demacrado por la insensatez. No te preocupes por mi, no estoy perdido, simplemente no quiero encontrarme. Hoy auguro un futuro inseguro, y presagio mil fracasos, analizo detenidamente cada suceso y me río. ¡Me río! Me río de la verdad y de la mentira Me río de la suerte y de la muerte Me río de la vida y de la neurosis Me río de lo que es y lo que no es Y luego me sincero, y declamo a los cuatro vientos mis versos: lo que es y no se dice, la verdad elemental de un pasado imperfecto y un futuro totalmente incierto que, juntos dan a luz a un hijo bastardo al que llamamos presente. Veo lo que digo lo que quiero decir, y lo que hago y quiero hacer, veo grandes discordancias, lejanas distancias, ¿quién me dará un alivio, para entre tantas rejas tener un suspiro? ¿cuándo volverá mi delirio? ¿Será que la vida me amenaza con que mi corazón retorne a la pobreza? Mejor olvido, ¡si!, me olvido de mí, y trato de ser ajeno a mi cuerpo. No voy a ser yo tampoco voy a ser vos, ni mucho menos el fantasma de la virtud. Vuelvo otra vez a ser un merodeador, un merodeador de mundos, que no tiene un destino, pero tampoco cree que exista uno. Simplemente camina sin ver la razón del hacia donde, y prácticamente desconociendo el porque. Y es así que he llegado hasta aquí y es así que se me pasa la vida, entre máscaras, fracasos, risas y caminos olvidados. Nicolas Bene