martes, 13 de marzo de 2012

¿Quién no es un Don Quixote?

Hace cuatrocientos años y monedas nació la novela caballeresca que pretendía no serlo más famosa del mundo, brota de la pluma de un hombre de una sola mano que peleo y estuvo preso durante años en los calabozos moros. Ilustre autor de decenas de obras solo una le fue galardonada merecidamente y culmino como toda magnifica tragedia de héroes inmortales, muerto en un sucucho aprisionado por la más paupérrima pobreza. Cincuenta y dos capítulos en la primera entrega, setenta y dos años más tarde para redondear la obra maestra. En sus páginas se encuentran y mezclan sabios e ignorantes, cómicos y amargos, pudientes y miserables que nos permiten presenciar entusiastas discusiones, poesía relatos dentro del magno relato, alabanzas, declaraciones y un montón de encuentros inesperados. Dejándonos un léxico opulento y variado, digno de guardar en nuestra memoria; ya que la obra alcanza la perfección del idioma completamente con frescura y rudeza como si fuesen compañeros de antaño. La humanidad en esta novela se presenta como si sus dos protagonistas fuesen una misma persona dividida solo para condimentar el trascurso de las páginas. El caballero representa el idealismo y el espíritu innovador y aventurero, mientras que el escudero el materialismo y la conducta, donde en el trayecto de la historia estas dos partes se van fusionando donde Sancho se “Quijotesa” y el Quijote se “sanchotiza” Obra con mil historias mas allá de las que encierra en su encuadernado, musa inspiradora de artistas de todas las disciplinas, temor de revolucionarios y dictadores, censurada desde la Unión Soviética (1932-1945) como en el Penal de Libertad (1973-1985). Traducida a decenas de idiomas, con ediciones interminables. “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” es un símbolo de que uno siempre tiene tiempo para hacer lo cree que debe hacer. Miguel de Cervantes, ingenioso adivino, conocedor del alma humana, no nos pudo haber dejado un mejor retrato de nuestro ser, como lo es este singular caballero. En el mundo del sexo web, de la telefonía táctil, del fin de la historia, de la caída de la ideología, de la serpiente consumista y el deseo por el estereotipo todos somos Don Quijote. ¿Quién no ha sido un hidalgo? ¿Quién no ha fantaseado con ser un personaje famoso de carácter heroico, que sea inmortal en el folclore de los pueblos?
Yo quiero serlo, miles lo desean. Quien no hubiese querido morir gritando “libertad”, cuántos de nosotros jugamos a ser súper héroes y deseábamos salvar el mundo de una invasión extraterrestre en nuestra intensa infancia. Don Quijote es el niño arrugado por Cronos que todos llevamos dentro y no nos atrevemos a exponer. De la misma manera que Don quijote enloqueció por la monotonía de su vida tediosa, hoy nosotros enloquecemos con nuestras obligaciones y la vida estructurada. El Hidalgo de la mancha salió al mundo embriagado de sus novelas y cargado con fantasías dispuesto a saciar. Hoy la humanidad presa de su mundo monocromático y cegado por el falso escenario mediático, que nos nutre de héroes del estrellato para que envidiemos y tomemos como referente intentando cambiar nuestras vidas. Busca la salida queriendo formar parte de las aventuras que ha leído de Tolkien, Homero y dejar de lado por un rato sus herramientas o escritorios. Los soñadores hoy se enfrentan a rascacielos de mercado en vez de molinos de viento, el Quijote tenía a Sancho y el hombre hoy tiene a la sociedad que es su ancla mundo de las costumbres que observa sus ilusiones intentando disuadirlo para que deísta de cumplirlas. Alonso Quijano, un hombre de cuatrocientos años que comparte los mismos problemas existenciales de esta época, un hombre antiguo con iguales deseos de auto superación y de necesidad de vida que tiene un en estos tiempos. Eso es lo que el Quijote con su valeroso Rocinante ha dejado grabado a fuego encada ser que lo ha leído, sin importar el siglo, el periodo o la moda cultural de momento. La justicia y el valor emanan de los poros de este personaje, pero la realidad frustra sus deseos, de la misma manera lo hace con nuestros sueños. El quijote siempre es actual, siempre está un paso adelante de la humanidad, porque el hidalgo es la carga que lleva cada ser humano y que llevara por la eternidad, el deseo de ser más de lo que es, algo distinto, poder cambiar el destino para cual ha nacido o le han impuesto. Existen dos tipos de personas en el mundo, los que leyeron el Quijote y los que están por hacerlo.