viernes, 8 de julio de 2011

LA FUNCIÓN DEBE CONTINUAR

Gris, blue…deeper blue. Eso es la soledad en un día gris, es azul como el blues, es Onetti. No elije la soledad, no la quiere, pero se ha pegado a ella como aquella niña se aferra a su madre cuando teme por el perro que ladra. La niña tiene suerte, todos sabemos que perro que ladra no muerde.
Mira a un lado y a otro y nada. No suena, no se encienden sus luces, no hay un hola o un adiós. Porque solo espera eso, una despedida. Un punto final que la deje empezar a escribir la siguiente página de su vida. Tengo tantas aun y ni siquiera puedo terminar con esta…sus ojos son tristes hoy, ¿y mañana? Lo serán también…
Y espera y no quiere y llora mientras el agua cae lentamente sobre sus hombros. Se arrolla como un bebé en el útero materno, toca las paredes frías y vuelve a caer. ¿Cómo es posible volver a caer, si uno cree pararse para siempre?…y esta vez no es una piedra en el camino, es un abismo (o al menos así se siente). Y allí…se salta o se corre volviendo al camino anterior, los senderos están marcados, carteles le indican a dónde ir, su rebeldía le impiden tomar el seguro camino. Rebelde y triste, revolucionarios sin revolución, enamorados sin amor…sé que somos muchos parados en la cornisa, pero cada uno mira el punto fijo donde imagina caer, no mira a los costados. El otro no los puede ayudar. “Nunca estas solo” dice el letrero, ¿no lo estamos?
Prende un cigarrillo y piensa como sería vivir sin corazón…o cómo hacen aquellos que viven sin él. ¿Son más felices que los otros? Se podría decir que no sufren, se responde. Termina el cigarrillo, lo apaga con esmero, lo suficiente como para que no quedara ni un rastro de que hace unos segundos atrás fue encendido. El aroma no se borra, cubre su rincón el humo gris. El ambiente cerrado la ahoga. Se ahoga, quisiera salir pero las puertas se cierran a cada paso. La misma sensación, el abismo, la caída inminente. Lo sabía, sabía de la existencia del precipicio pero siguió. El Hombre es un animal que tropieza dos veces con la misma piedra debido a su estupidez, y hasta tres.
¿Salto? ¿Vuelvo atrás? ¿Tomo el atajo? En fin, ser o no ser, piensa. Los estúpidos miran el reloj a cada instante, la vida marcada por una máquina cruel…corre el segundero, pasan los minutos. Ya casi tres cuartos de hora, cree que escribir le hará borrar la tristeza…qué ilusa. Si así fuera solo los analfabetos tendrían momentos tristes, bromea. ¿Bipolaridad o cinismo? Tanto da.
Se acerca la hora de la función, acostumbrado está aquel que no solo sufre por su tristeza sino por la incapacidad de poder expresarla…me voy.



MMonroe