martes, 29 de marzo de 2011

CIENCIAS: SUSTENTO DEL PODER ECONÓMICO


ÉPOCA CONTEMPORÁNEA

En la relación saber-poder, existen múltiples elementos que emergen para el análisis, en este breve ensayo se intentará mostrar el aspecto instrumental, por consiguiente el valor de la ciencia como medio para sustentar el poder.
Realicemos una breve síntesis histórica del devenir científico hasta los inicios del siglo veinte, para poder apreciar de qué manera se ha modificado el valor instrumental de las ciencias pasando de ser sustento del poder político al económico.
Las ciencias indudablemente han acompañado la evolución de la humanidad y los encargados de llevar el poder político han utilizado los progresos científicos a favor de sus políticas. Siguiendo a Michel Foucault: el poder es un componente esencial y la verdad siempre es una producción que emerge de los reglamentos del poder que cada sociedad instituye. Por tanto, cada sociedad va a producir, un tipo, un régimen un discurso que hace funcionar a la verdad como un mecanismo más de las instancias que el poder agencia en lo social. Dicho poder va a institucionalizar técnicas, procedimientos y metodologías cuya calificación va a valorar la producción y la obtención de la verdad.[1]
En la época medieval, el poder se basaba en el dogma religioso, en la verdad revelada, la física aristotélica era el sustento científico para detentar dicho poder, quienes a partir de sus descubrimientos científicos se revelaron, fueron los físicos matemáticos Kepler, Copérnico, G. Bruno, G. Galilei. “Y lo hicieron desde prácticas y discursos marginales respecto de las verdades oficiales”[2], hasta que fueron aceptadas y oficializadas, convirtiéndose en ideología.
A partir del Renacimiento, el sujeto y sus producciones racionales, son el centro del poder, la razón toma un lugar preponderante, y se convierte en centro del universo dejando de lado el teocentrismo. Esto produce un efecto científico sin precedentes, el hombre comienza a investigar y a recrear el universo, deviene además el sistema económico social que sustenta la incipiente clase burguesa, comienza así el capitalismo. Se modifican las clases sociales y son los que poseen el dominio político los que detentan el poder. De esta manera las ciencias se ven sometidas a sus propósitos. La física matemática newtoniana es el sustento, el modelo es ordenar el caos, la incertidumbre, extraer leyes científicas deterministas, universales e inamovibles.
Esta realidad a partir de mediados del siglo veinte cambia, se transforma, los descubrimientos realizados conmocionan el universo científico y por ende todo debe reorganizarse, reubicarse. Nos referimos fundamentalmente al descubrimiento de la fisión del átomo, de la informática y de la biotecnología (ingeniería genética); éstos desestructuran la razón humana o a la “racionalización del ser humano” afirmaría Edgar Morín, definiendo la racionalización como aquello que pretende encerrar la realidad dentro de un sistema coherente, y lo que no se ajuste a este sistema debe ser descartado, puesto al margen, hasta olvidarlo o mirarlo como si fuera apariencia, ilusión.[3]
Comienza una nueva etapa a nivel científico, hay un cambio en la actividad científica, en la misma estructura de lo que hacen los científicos donde ya no se trata sólo de investigar, hay que generar desarrollos tecnológicos que deriven en innovaciones que se pongan en práctica en el mercado, en la empresa, en la sociedad. Socialmente comienza la época del consumo, el poder se traslada al mercado, que todo lo puede y todo lo domina. [4]
Deviene una nueva apreciación de las diversas prácticas que conocemos como ciencia y tecnología. Las prácticas han logrado salir de los laboratorios y de las industrias y son ahora percibidas como elementos inseparables y determinantes de las sociedades no solo por sus resultados materiales (productos) sino que son sustento de determinadas configuraciones ideológicas. La autoridad científica legitima de esta manera los discursos de las ideologías que subyacen a las prácticas, entramos entonces en la una nueva relación saber-poder. La que detenta las fuerzas del mercado (institución perfecta), donde lo que prevalece es la concepción neoliberal, que abarca un conjunto de posiciones teóricas, ideológicas, éticas y culturales. Es imprescindible mostrar sobre qué nuevas bases, las ciencias funcionarán como sustento:
“Para el neoliberalismo el mercado debe ser librado de toda traba, pudiendo funcionar con total libertad. Sólo así será posible una economía libre, en el marco de la competencia, de la eficiencia y de la productividad el mercado es resultado de la evolución y, a la vez, impulsa el proceso evolutivo hacia nuevas etapas en el desarrollo de la humanidad”[5].
Además, Hayek [6] plantea sobre el conocimiento, que éste posee un carácter fragmentario, ya que no puede existir ningún actor social o institución que pueda concentrar la totalidad de la información y el marco del conocimiento se determina bajo el dominio de una racionalidad instrumental, esto derivará en los valores éticos, ya que solo poseerá valor aquello que sea eficiente, traducido a la lógica del mercado: a lo que se consuma, a lo que de ganancias. Por lo tanto solo se concibe una racionalidad de acuerdo a los fines, no una racionalidad con arreglo a valores. Tesis que explica la concepción de la neutralidad axiológica en la ciencia. [7]
Es interesante transcribir las críticas que plantea Edgar Morín con respecto a la fragmentación del saber y que a su vez deslinda la responsabilidad de los hombres que trabajan para la ciencia: “los poderes creados por la actividad científica escapan totalmente a los propios científicos. Este poder, fragmentado en el nivel de la investigación, está concentrado en el nivel de los poderes económicos y políticos, de alguna manera los científicos producen un poder sobre el cual no tiene poder”[8]
La fragmentación del saber, la desconexión de las disciplinas, el no tener comunicación, en definitiva la superespecialización, tiene por un lado ventajas ya que se profundiza un determinado tipo de conocimiento, provocando mayor precisión. Pero tiene desventajas, que podrían ser más importantes ya que acarrean la parcialización de la responsabilidad de los ejecutores (cada uno realiza una parte del todo), no se conoce todo el proceso de elaboración, y produce además ignorancia ya que se limita a desarrollar un área específica, de esta manera parcializamos la realidad. El sistema de control que sería el encargado de unir cada una de las partes, no permite la reflexión, el cuestionamiento sobre lo que se produce. El poder se torna invisible, no sabemos quién es el que une todo.[9]
Ahora bien, ¿de qué manera se puede salir de esta situación? No parece tarea fácil, si hemos llegado a un punto, donde el poder se ha tornado invisible, donde “el mercado” sería el responsable…
Podría pensarse que la ciencia y su funcionamiento serían parte de la lógica capitalista o como un sistema que se transformó en capitalista. Por ejemplo la forma del trabajo del científico es alienado ya que su producto es ajeno a él, pertenece a los que poseen el poder. De ahí se sigue que hay una ausencia de poder sobre lo que los científicos o la comunidad científica crea, inventa.
También en la falta de control se asemeja a la lógica capitalista, a la lógica del mercado.
En otro lugar que se ve el abuso sobre los medios naturales y la experimentación desmedida que toma los recursos naturales y no los distribuye equitativamente.
De todas formas, a nivel discursivo se plantean las dificultades y se enuncian los rasgos negativos, pero de ahí a la práctica, existe una gran brecha a colmar.
Ya Einstein planteaba, cuestionaba la responsabilidad del científico frente a los productos de su actividad, ya que por un lado, dichos productos beneficiaron a la humanidad (cuando por ejemplo alivian el esfuerzo muscular), y por ese tipo de descubrimientos los hombres de ciencia sienten orgullo; pero también existen productos que amenazan la especie humana al “caer en manos del poder político moralmente ciegos”.[10] Einstein era consciente del poder que sustentaban los científicos, el poder económico y político, que no siempre es afín al beneficio de la humanidad. Apela a que los hombres de ciencia no se enceguezcan, no se esclavicen al poder de los pocos que dominan a las grandes masas populares. Reclama dignidad a los científicos frente a sus tareas y que puedan actuar de manera consciente y responsable, enfrentando así a los dominadores, no debiendo entregarse al trabajo puramente intelectual, ya que este tiene consecuencias prácticas que no siempre son con arreglo al bien de todos los hombres.[11]
Más cercano en el tiempo, existen hombres de ciencia que intentan enfrentar el poder invisible de la inversión financiera, que utilizan las ciencias como herramienta de producción de riquezas; financiando solo aquellos proyectos que les den grandes utilidades.
En la entrevista al epistemólogo Steve Fuller, se develan lugares específicos que están trabajando para elaborar políticas, reflexiones y recomendaciones sobre la manera de modificar la situación actual de la ciencia y que ésta logre funcionar más adecuadamente en la sociedad. Son específicamente los STS (Science and Technology Studies) que conforman un campo interdisciplinario entre la historia de la filosofía, la sociología de la ciencia y la tecnología (se han integrado otras áreas), donde se están formando investigadores con el fin planteado. Los iniciadores de los STS eran críticos sobre la forma en que la ciencia y la tecnología eran practicadas en la sociedad. La propuesta metodológica es a partir del conocimiento de la historia del campo científico ya que desde allí se pueden implementar medidas para modificar la situación a la que se ha llegado. Ya que la idea fundamental que se necesita recuperar para la rehabilitación de la ciencia surgió en el siglo XIX, y dice que “la ciencia es el proyecto por el cual la humanidad como un todo se vuelve consciente de sí misma”[12], por lo tanto la ciencia como el Bien de la humanidad para el beneficio de todos, si es consciente de sí misma lo que cambiaría es la pertenencia a la humanidad y no sería ya externo a ella.
Breve reflexión sobre la importancia de la comunicación en la ciencia:[13]
En la ciencia existe una ausencia de comunicación, existe solamente silencio. Y nos enfrentamos al secreto, al misterio; cuando no se plantea la voluntad de mostrar los nuevos conocimientos y descubrimientos. Por lo tanto, cuando hablamos de los silencios y de la ciencia (en plural), hacemos referencia a este tipo de silencio. Y no sólo nos referiremos a un silencio aparentemente inocente (relacionado con la necesidad de meditación intelectual), sino a dos silencios mucho más culpables.
La ciencia calla cuando los científicos se encierran en su laboratorio, centro de investigación o universidad y no quieren, ignoran o no son conscientes de la obligación de transmitir la información que manejan entre ellos y con los ciudadanos. La ciencia guarda silencio cuando los experimentos y sus prácticas tecnológicas están, ya sea explícita o implícitamente al servicio de los fines bélicos. Y la ciencia guarda silencio cuando las investigaciones científicas están vinculadas al servicio del mercado, su fin insoslayable: el de beneficiar un poder que es invisible, económico y multinacional.
Existen razones fundamentales e ineludibles por las que la ciencia tiene la obligación de comunicar de informar sobre sus hallazgos: en primer lugar, porque la ciencia pone en manos de la humanidad unos medios sin precedentes para salvar, prolongar y mejorar nuestras vidas. También porque la ciencia pone en manos de la humanidad unos medios sin precedentes para destruir estas vidas que se quieren salvar. Y finalmente, porque la ciencia pone también en manos de la humanidad unos medios igualmente sin precedentes para conocernos a nosotros mismos y al universo que nos rodea.
¿Se puede esperar que alguien sea capaz de apreciar el profundo entramado que permanece bajo el espíritu de una época determinada, sin entender la ciencia que lo sustenta? Sin lugar a dudas que no.
La comunicación irrumpe el silencio, la comunicación comprometida podría llevar a la acción para cambiar el estado de las cosas tal cual están planteadas.
[1] COMPARAR: J.A. Nicolás y M.J. Frápolli (editores) “Teorías de la verdad del siglo XX”, ed. Tecnos. s/d.
[2] VER: Díaz, Ester. “¿Qué es la posciencia?”
[3] VER: Morín, Edgar. “Razón, racionalidad, racionalización”.
[4] VER: Echeverría, Javier. “La revolución tecno científica”. Conferencia pronunciada en el Tecnológico Monterrey el 31 de marzo del 2004.
[5] COMPARAR: Rebellato, José Luis. “La encrucijada de la ética”. Cap.I 2008.
[6] Uno de los teóricos más importantes del neoliberalismo.
[7] VER: Rebellato, José Luis. “La encrucijada de la ética”. Cap.3 2008.
[8] COMPARAR: Morín, Edgar. “Conocimiento Científico”
[9] VER: Morín, Edgar. “Conocimiento Científico”
[10] COMPARAR: Einstein, Albert. “La responsabilidad moral del científico”
[11] VER: Einstein, Albert. “La responsabilidad moral del científico”
[12] VER: Fuller, Steve. “La conciencia de la ciencia”.
[13] VER: Esta reflexión fue inspirada en el artículo del Dr. Santiago Ramentol, “Cuando la ciencia guarda silencio” México 2009. Compaginé algunos fragmentos que me parecieron sintetizar, unir y de alguna manera dar luz a lo que en el ensayo se presentó.