sábado, 26 de febrero de 2011

Murga en Tiempos Oscuros

Una murga en Dictadura por Micaela Fraga
El gobierno de facto avivó ingenios durante la década de los 80 para que los murguistas intercalaran en sus cantos letras que le recordaran al público que aun era posible luchar contra la represión. En este contexto socio-político surge, como manifestación cultural dentro del carnaval uruguayo, la murga Falta y Resto. Sus orígenes datan de 1980, año en el que, como resaltamos anteriormente, se impone el “NO” al proyecto de reforma constitucional, impulsado por los militares. Cuenta Hugo “Piruja” Brocos, en su libro Falta y Resto. La murga rebelde, como era la situación en aquellos tiempos, justificando así la necesidad del nacimiento de la murga: “Los soldados armados de guerra patrullaban las calles desafiantes y provocadores. Todo civil era considerado un enemigo. (…) en el plano del arte y la cultura la bestialización acompañó fielmente al sistema impuesto. El teatro El Galpón fue clausurado y el elenco debió exiliarse para escapar de las garras del opresor, decenas de carnavaleros y conjuntos fueron proscriptos. Viglietti, Zitarrosa, Los Olimareños, El Sabalero y otros tantos valores de nuestro canto tuvieron que emigrar y la difusión de sus canciones fue prohibidas por el despotismo”.
En los inicios, Falta y Resto tomó músicas[1] , casi todas de letras originales prohibidas, con intenciones provocativas contra el gobierno militar. En 1982 la “murga de las cuatro estaciones” es considerada “comunista” y la censura no tarda en llegar. Esto dice Raúl Castro, director responsable, letrista e integrante de la murga al respecto: “La censura ataca y prohíbe casi todo el repertorio. Idas y venidas, interrogatorios coercitivos y al final, salimos leyendo la nueva letra recompuesta en 24 horas. El éxito es mayor de lo previsto. La gente es cómplice de la transgresión y festeja. Cada actuación es referencia política y cultural”[2] .
La censura se efectivizaba en el seno de la Comisión de Actos y Festejos, donde debían remitirse las letras que se cantaban en carnaval. Las mismas debían ir acompañadas de fotos de todos los integrantes, número de cédula, credencial cívica, nombre completo, función que cada uno desempeñaba en la murga, domicilio, profesión y fecha de nacimiento. También debía enviarse una foto de los personajes si se disfrazaban de mujer. A esto se le debía agregar un original y ocho copias, de las cuales una se enviaba al Ministerio del Interior, otra al Ministerio de Defensa, otra al Consejo del Niño y las restantes a los defensores de la censura.
En ese mismo año, 1982, la despedida hacía una clara alusión a la paz y a la libertad a través del reconocido símbolo de la paloma que, ante la situación del país, adquiría un importante grado de efectividad y rebeldía. La misma fue censurada y se convirtió en icono del canto de la resistencia. Transcribimos un fragmento de Mano paloma, cuyo autor es el director escénico, Julio Julián:

“Es una niña paloma su mano
Batiendo alas quebrando el silencio
Llegando hasta el cielo de este escenario
La mascarada le envuelve la brisa
Le siembra en migas de pan en canciones
Sus voces transforman grotesca la risa.
Y se transforma en un cálido viento
El aleteo de muchas palomas
Felices de si han conseguido alimento “

En 1983 se redobla la apuesta y la murga realiza el famosos cuplé Murga La. El mismo trata de una murga que no canta, que no tiene vestuario, ni maquillaje, ni letrista, ni director; en fin, no tiene nada de lo que debe tener una murga. De todas formas, está murga aparentemente inexistente le brindaba al público la posibilidad de imaginarse como era:

“era un lujo escuchar
aquella murga callada
único caso en la historia
ninguno desafinaba
tuvo gran aceptación
porque todita la audiencia
se imaginaba la murga
de acuerdo con su conciencia”

A su vez se hacía una clara alusión a la censura que realizaba el gobierno militar al decir:
“Pero como siempre pasa
los celos aparecieron
calumniando a nuestra murga
con argumento fuleros
al principio no pudieron
no tenían de donde agarrar
si la murga no era nada
que iban a criticar”

En relación a esto, escribe Raúl Castro en Falta y Resto. “25 Carnavales”, lo siguiente: “Se acerca la libertad y la murga se burla de la censura, que no se da cuenta del engaño que la ridiculiza. Hasta llega a felicitar, antes de ver la puesta, al autor del cuplé de la murga que no existe. Ironías de la necedad.”
Ya para el año 1985, con el retorno a la democracia, La Falta se permitió la realización de ataques más frontales contra el régimen de facto. Así cantaron un cuplé que retomaba aquella murga denominada Murga La, con una crítica satírica y mordaz sobre el régimen dictatorial y finalizaban con una despedida muy emotiva dedicada a la maestra desaparecida Elena Quinteros.
El cuplé referido se titula “Cuplé del prototipo”. Cuenta cómo se forma a un murguista al servicio del proceso. Así, le cortan el pelo, lo afeitan y lo disfrazan con mucho colorido (menos el rojo por ser el color del partido comunista). Esta murga que se está gestando toca en la batería solamente la marcha militar. Al murguista transformado le tapan los oídos para que no escuche la letra y la razone, solamente debe memorizarse el texto. El director de la murga no conversaba sino que gritaba, al igual que lo hacían los altos mandatarios del ejército. De esta manera, la murga se convierte en una clara metáfora del ya finalizado gobierno militar.
La sátira llega a un alto clímax cuando se recuerdan los muy conocidos dichos del General Márquez. Transcribimos el texto para que no se pierda nada de la jugosa crítica:

“Hubo algún personaje en esa murga
que hasta al Canario dejaría eclipsado
fue aquél Márquez que declaró a la prensa
hemos dado un giro de trescientos sesenta grados
dijo que estábamos al borde del abismo
y culminó con un chiste impresionante
por suerte hemos logrado dar
un importante paso hacia adelante”

Luego continua aludiendo a la influencia que tuvo Estados Unidos en la imposición de los gobiernos militares en toda América Latina. Y a la necesidad de mantenerse alerta, porque aquel que financiaba los gobiernos de facto latinoamericanos, estaba poniendo su plata en otro lado.

“A esa murga la financiaron varios
algunos que estuvieron y hoy no están
pero el principal anunciador era un tipo
al que llamaban Tío Sam
(…)
no ensayaban jamás la despedida
hasta que un día el que los financiaba
sacó la propaganda del conjunto
tal vez al darse cuenta que ese coro
era a sus intereses un difunto.
Colocó su dinero en otro lado
pero ese es otro tema, si usted hurga
verá que el mismo anunciador
hoy anda poniendo plata en otra murga.”


La despedida dedicada a Elena Quinteros era muy bien recibida por el público. La misma cuenta la historia de la desaparición de la maestra Elena Quinteros y se convierte en el primer reclamo público por los desaparecidos, hecho desde la cultura. Los derechos humanos pasan a ser parte indisoluble del repertorio de cada año.

Es así que la murga Falta y Resto se convierte en un gran referente de la murga uruguaya por su actitud de rebeldía en los momentos más críticos del país, aspirando a concienciar al pueblo de seguir adelante y no bajar los brazos. Sus letras caracterizan su postura crítica y mantienen la misma ideología a través de los años.

[1]En la murga el coro canta los textos a través de melodías que ya han sido popularizadas por otros medios y que el público es capaz de reconocer en su primera audición.
[2]Cita tomada de Falta y Resto “25 carnavales”, Raúl Castro.